El poder de las palabras I

Un Sultán soñó que había perdido todos los dientes. Después de despertar, mandó llamar a un sabio para que interpretase su sueño.

El sabio dijo:
– ¡Qué desgracia, Mi Señor!
– Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de vuestra Majestad

.. y el sultán gritó enfurecido:
– ¡Qué insolencia!
– ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa?
– ¡Fuera de aquí! ¡Que le den cien latigazos!

Más tarde el sultán ordenó que le trajesen a otro sabio para aconsejarle sobre lo que había soñado. Este, después de escuchar al Sultán con atención, le dijo:
– ¡Excelso Señor!
– Gran felicidad os ha sido reservada.
– El sueño significa que sobrevivirás a todos vuestros parientes.

Se iluminó el semblante del Sultán con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro al sabio.

Cuando éste salía del palacio, uno de los cortesanos le dijo sorprendido:
– ¡No es posible!
– La interpretación que has hecho del sueño es la misma que el primer sabio.
– No entiendo porque al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas de oro.

El segundo sabio respondió:
– Amigo mío, todo depende de la forma en que se dice.

 

«Las palabras que emitimos dicen mucho acerca de nuestra manera de pensar, sentir y actuar. Tan importante es lo que le decimos a los demás como las conversaciones que mantenemos con nosotros mismos. Se pueden decir las cosas de manera ofensiva y dañina o manifestar lo que pensamos desde la empatía, con cariño y comportándonos de manera asertiva . Las palabras son poderosas y nosotros tenemos la potestad de usarlas de la manera más adecuada para fomentar una buena comunicación y mantener así relaciones sanas y enriquecedoras»

 

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