1 2 3… acción

Su vida no siempre ha sido de color rosa, hace unos años estuvo postrado en una silla de ruedas. Pero eso es otra historia.

Tras superar esa dura experiencia y poder volver a caminar vinieron otras dificultades de diferente intensidad, pulsos que toma la vida. Y el año pasado, en plena pandemia y coincidiendo con la crisis de la hostelería, decidió bajar la persiana de su negocio en Alicante. Era de publicidad y lo había estado gestionando durante veinte años, ¡casi na!

La decisión fue muy meditada, el covid-19 tan sólo terminó de darle el empujoncito que necesitaba para dejar de sentirse esclavo de un trabajo que ya no le satisfacía. No había plan B.

¿Y ahora qué?

Los primeros meses estuvo muy ocupado, había mucho que resolver. A continuación el verano, tiempo de ocio, playa, cervezas… estaba tan distraído que no tenía tiempo de pensar en mucho más.

Y llegó el otoño. Con la caída de las hojas empezó a sentir melancolía por todos los buenos momentos que le había dado su negocio, también hubo otros no tan agradables pero esos parecía haberlos olvidado.

Día tras día sentía como su ánimo iba decayendo. Todos sus amigos, la familia, vecinos…estaban ocupados en sus rutinas, él no sabía a qué dedicar su tiempo libre.

Hasta que un día tocó fondo y, lejos de lo que se pudiera esperar, tomó impulso y de un salto se sentó delante de su mesa de trabajo. Libreta y bolígrafo en mano empezó a anotar todas las cosas que  se había planteado hacer cuando la falta de tiempo se lo impedía.

Lo primero de la lista, apuntarse a clases de teatro.

Buscó en internet escuelas que pudieran haber por los alrededores, preguntó en las concejalías de cultura de San Juan y El Campello y entró en redes sociales, recordaba que una amiga compartía eventos culturales con cierta frecuencia.

Una noticia le llamó la atención “Domingo de rodaje para los alumnos de la escuela taller de teatro de Mutxamel”. Pinchó en el enlace y recopiló datos de contacto, sin pensarlo  llamó por teléfono:

– ¿Producciones Cinetika, dígame?

–  Quería informarme sobre las clases de interpretación

– Sí, claro. ¿Cuál es tu nivel?

– ¡Uy! Pues supongo que principiante, tan sólo me he subido una vez a un escenario. Fue en el instituto, nunca lo olvidaré, “La venganza de Don Mendo”

Marco, el gerente de la escuela, le dijo que debido al covid los grupos eran muy reducidos y que tan sólo quedaba una plaza en el nivel avanzado.

Al protagonista de esta historia empezaron a surgirle dudas e inseguridades: “¿y si no valgo? ¿y si no estoy a la altura? Soy bastante tímido, tal vez esto no sea para mí”,  bla, bla, bla….

-¿Podría ir a probar? – preguntó.

-Por supuesto, empezamos este próximo viernes a las 19.30 horas. Te esperamos.

Llegó su primer día de clase, no tenía ni idea de lo que allí se cocía, lo que si sabía era que el resto de compañeros ya llevaban un bagaje. También hay que decir que se sintió arropado desde el primer momento y eso consiguió calmar un poco sus nervios.

Empezaron con las presentaciones. Y como no podía ser de otra manera el profesor les indicó….

-Os vais a presentar delante de la cámara.

¡Dios mío! Le empezaron a sudar hasta las uñas de los pies. “Tierra trágame. ¿Y qué necesidad tengo de pasar este mal rato? No tengo ni idea de que decir ni cómo. Espero que al menos empiece otro antes que yo. ¿Y si digo que me da vergüenza?”

Un momento, un momento, un momento…Paró en seco, tomó conciencia de sus pensamientos y  reflexionó: “¿pero no es esto lo que querías?, cuando tu trabajo no te dejaba ni respirar soñabas con tener tiempo para ir a clases de interpretación, babeabas cuando lograbas encontrar un ratito para ver algún capítulo de tu serie favorita, te metías en el personaje, lo hacías tuyo y te visualizabas dentro de esa escena con actores de primera fila, tu nombre saliendo en los créditos… ¿Y ahora te pones a temblar como si un león te fuera a merendar?”

“Venga Salva, adelante – se dijo a sí mismo -, concéntrate, cuenta quien eres, que haces aquí, vive este momento único e irrepetible.”

Y como la motivación era más grande que el miedo que sentía  pasó detrás de una cortina negra, se acomodó en una pequeña banqueta y miró a la cámara. A continuación hizo tres respiraciones profundas y al otro lado de la cortina Marco indicó…¡acción!

¡Qué bien quedaba Salva delante de la cámara!

Y ahí empezó todo.

En estos días, el protagonista de esta historia, se encuentra viviendo su propia película. Toda su energía está concentrada en la interpretación, gestiona su propia productora audiovisual, se está formando con los mejores y pronto lo veremos en una serie de reconocido prestigio internacional.

Este relato está basado en la experiencia personal de un desatado alicantino, Salva Monleón, ejemplo de resiliencia , perseverancia y de que los sueños con acción se cumplen.

 

 

                                                                                                                     

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