¿Tila o café?

Habían pasado veinte minutos de la hora de nuestra cita, yo estaba acomodada en la terraza de una cafetería paradójicamente llamada El Reloj. Alejandro apareció precipitadamente y tropezó con dos sillas metálicas que volcaron sin que le diera tiempo a reaccionar. El ruido que ocasionaron llamó la atención de todos los que allí se encontraban. Pidió disculpas, arrastró una de las sillas y por fin se sentó a mi lado.

-Perdona el retraso, llevo intentando aparcar más de media hora y para colmo, cuando por fin lo he conseguido, estaba tan nervioso por la hora que era que he golpeado el coche de atrás,  con tan mala suerte que la dueña estaba dentro y no veas la que me ha liado, me ha dicho de todo menos bonito, yo no sabía si reír o llorar. Para rematar, cuando he bajado el pie de la acera, he pisado un gran charco y mira como traigo el pantalón. Estoy que me da algo.

-¿Te apetece tomar algo?

-Sí, claro. Un café con hielo.

Sinceramente he de decir que yo pensé que le hubiera venido mucho mejor una infusión, pero eso queda entre nosotros.

-¿Quieres que comencemos la sesión? ¿Algún área que quieras tratar?

– ¡Uffff! Son tantas…pero lo que más me conviene en estos momentos es aprender a gestionar mi tiempo. No me organizo, nunca acabo lo que empiezo y siempre llego tarde a mis citas.

– De esto último doy fe. Cuéntame todos los pasos que has dado desde que has sido consciente de que habíamos quedado a las 17 h. hasta llegar aquí.

Decidió incorporarse para quitarse la chaqueta justo cuando el camarero se disponía a servir el café y el líquido acabó derramado sobre la mesa. Diez minutos después del incidente comenzó a  relatar.

-Pues bien, he terminado de comer cuando he pensado que antes de nuestra cita era mejor descansar quince minutos y me quedado en posición horizontal una hora. Luego he cogido el móvil y he estado leyendo los mensajes de los grupos de pádel, de la comunidad de propietarios, del grupo de teatro, del club de natación de los niños y, de paso, he visitado la página de amazon por si encontraba algo interesante que comprar. Ya que estaba a continuación he entrado en wallapop para ver qué es lo que está vendiendo la gente.

-¿Cuánto tiempo te ha supuesto todo esto?

-Exactamente otra hora más pues de repente me he dado cuenta de que eran las 16.30 h y que iba a llegar tarde. A partir de ahí me he aseado, me he puesto el traje de nuevo y he bajado al garaje. La faena ha sido que me ha tocado volver a subir a casa porque me he olvidado las llaves y como se encontraban justo encima del periódico he aprovechado para ojearlo.

-¿Sabes qué hora era en ese momento?

-Cuando he subido al coche eran las 16.55 h.

Hasta ese instante la conversación era animada, de repente se quedó callado, su mirada  trasmitía cierta incomodidad.

-¿Algo más que me quieras comentar?

-Sí, que el trayecto de mi casa hasta aquí es de unos 20 minutos. Podía haber salido con un poco más de tiempo.

-¿Y qué es lo que te ha impedido hacerlo?

-El teléfono, es como una droga, no puedo pasar más de 5 minutos sin mirarlo.

-¿Qué más te lo ha impedido?

-La siesta que me he pegado, realmente no la necesitaba, con quince minutos para desconectar hubiera sido suficiente.

-¿Se te ocurre alguna otra cosa que podrías haber hecho diferente?

-Por supuesto, si no hubiera salido con prisas no se me hubieran olvidado las llaves con lo cual, al no tener que volver a subir, hubiera evitado leer el periódico. Tampoco habría sentido estrés y, por lo tanto, hubiera tenido el tiempo necesario para aparcar con tranquilidad. Probablemente no hubiera discutido con la señora y ahora no tendría que llevar el pantalón a la tintorería. Los clientes de la cafetería hubieran continuado con sus conversaciones sin ser interrumpidos por el estruendoso ruido que he causado, la situación me ha provocado tanto calor que se me ha hecho necesario quitarme la chaqueta, maldita la hora. Y ahora que lo pienso, mejor me hubiera venido tomarme una tila.

«En nuestro día a día estamos metidos en tal vorágine que el funcionar con el piloto automático se ha convertido en algo habitual, sin prestar ninguna atención a lo que hacemos, como lo hacemos y porque. Se nos hace por tanto necesario hacer una parada en nuestro viaje diario para respirar, reflexionar, priorizar, coger aliento y continuar. Ello nos permitirá darnos cuenta de cómo nos encontramos y de si lo que estamos haciendo nos ayuda a conseguir nuestros objetivos, tanto en el largo y medio como en el corto plazo. En el caso de descubrir que nuestras acciones no nos están llevando a conseguir nuestros propósitos siempre tendremos la opción  de elegir otra manera de hacer las cosas  desde la calma y el disfrute para así poder obtener resultados diferentes hasta alcanzar aquellos que nos resulten satisfactorios».

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *