Me la comí porque era mia

Abro los ojos, no veo entrar la luz a través de las rendijas de la persiana. ¿Qué hora es? Intento alcanzar el reloj a oscuras. Difícil misión. Al final lo consigo. 6:30. Empiezan a venir a mi cabeza palabras. No puedo resistir la tentación y me levanto de un brinco. En mi cabeza suena una canción y aquí comienza la historia.

La dulce y bella Carolina de M Clan. Me gusta la letra. También el nombre de la protagonista.

El ritmo de la música dentro de mi coco me acompaña hasta la cocina, abro la nevera, vacía. De repente el frutero verde que reposa sobre el estante llama mi atención, una única y triste mandarina yace dentro, me apena y decido llevarla conmigo hasta la sala dejándola sobre la mesa y ante mis ojos.

Carolina,  trátame bien…parece decirme la mandarina.  No, no alucines, es la canción la que habla, sonrío… no te rías de mi, ¿es a mi?,  ¿me está hablando la mandarina? Vuelvo a sonreír pero en esta ocasión me quedo pensativa.

…no te rías de mí, no me arranques la piel. Mis ojos se abren como platos,  mi mandíbula cuelga sobre mi pecho. Decido entrar en el juego. Nada más lejos de mi intención mandarina, tan sólo te he traído hasta aquí para que te sientas acompañada.

Me doy cuenta de que es una locura y continúo leyendo la versión digital de El Confidencial.

Carolina… ¡Dime! Estupefacción ¿Le he contestado a la mandarina? Pero… ¿Cómo me llamo?

…trátame bien. Ya te he dicho que no tengo idea de lo contrario pero si sigues así vas a conseguir que me lo piense.

Busco en google, paranoia: perturbación mental fijada en una idea o en un orden de ideas. No dice nada de que sea transitorio, esto empieza a preocuparme.

Carolina,  trátame bien o al final te tendré que comer ¿Tú me vas a comer a mí? Pero… ¿de qué vas?

Son las 8 de la mañana, decido llamar a mi madre. Buenos días mamá, hola hija. ¿Cómo es que me llamas tan pronto? ¿Cuál es mi nombre? ¿Estás bien? ¿Pues cuál va a ser? ¡Carolina…! ¿Qué? Disculpa hija, le decía a la chica que me ha traído el desayuno.

Cuelgo precipitadamente el teléfono, cojo la mandarina, miro su bello e intenso color anaranjado, con suma delicadeza comienzo a desprender la piel dejando al descubierto un montón de jugosos gajos, empiezo a separarlos uno a uno y a introducirlos en mi boca.

Mandarina, la que te va a comer a ti soy yo, Carolina. Y poco a poco mi preocupación va transformándose en deleite mientras saboreo el dulzor de esta pieza insolente.

Ahora me toca ir al mercado, se me ha acabado la fruta.

El sentido del humor es una muy buena estrategia de afrontamiento emocional que ayuda a aliviar emociones como la rabia y la tristeza. Genera sentimientos agradables y permite obtener la consideración positiva del grupo social. Contar chistes, reirse, expresar comentarios graciosos…cualquier recurso que provoque una sonrisa debe formar parte de nuestra cotidianeidad. ¡Ja ja ja!

 

 

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