Antes de que la indecisión te atrape

Recuerdo el día en que fui a un gran almacén con la intención de comprar las cortinas de mi nueva casa, mi hermana me acompañaba. El dependiente me enseño un amplio muestrario de  posibilidades. Tras muchas deliberaciones llegó el momento de la decisión final. Competían dos telas, ambas tenían el fondo beige y flores de colores, en las dos predominaban las de tonos rojos.  La diferencia: el tamaño, en una de las telas las flores median uno cinco centímetros de diámetro y en la otra tres.

No sé el tiempo que pude estar observándolas, primero una, luego la otra, las cogía, las miraba desde diferentes perspectivas, soltaba una, la volvía a atrapar temerosa de estar perdiendo la mejor de las opciones, mi mano izquierda se abría despacio y volvía a depositar sobre el mostrador y con suavidad aquella tela que anteriormente había agarrado con fuerza y decisión, la acaricié, parecía ser una despedida, de repente… de nuevo las dos en mis manos.

Mi hermana, a mi lado, aceptaba mi indecisión, ¡son sus primeras cortinas!, pensaba. Aguantó el tirón todo lo que pudo hasta que, al fin, temerosa de que la compra no se materializara y tuviera entonces que acompañarme otro dia al establecimiento, me dijo: “Cuenta hasta tres y la primera que mires te quedas, cuando estén colgadas en el salón lucirán tan bonitas que no volverás a pensar en las otras nunca más”.

Costó renunciar. A la vez que nos dirigíamos hacia las escaleras mecánicas un pequeño impulso hizo que me girara justo en el momento en el que el dependiente retiraba de mi vista el tejido que, momentos antes, había rozado con mis dedos. Bajé la mirada, observé la bolsa que sostenía, dentro se encontraba mi elección, sonreí, la abracé y con esa alegría mi hermana y yo salimos al exterior.

Así fue como las cortinas con flores rojas de cinco centímetros embellecieron mi hogar durante casi una década. Les agradezco su presencia y compañía durante todo ese tiempo.

«Tomamos decisiones diariamente. En ocasiones son cruciales y determinan periodos más o menos largos de nuestra existencia: elegir la persona con la que compartir nuestra vida, dejar un trabajo, divorciarnos, irnos a vivir a otra ciudad o país…Otras veces, la mayoría, son decisiones reversibles y de poca importancia: ¿qué me pongo hoy?, ¿cómo carne o pescado?, no sé si coger el tram o ir en coche… El denominador común a todas ellas a tener en cuenta es aceptar que al mismo tiempo que se elige se renuncia»

Te propongo que, durante una semana, ante situaciones de poca importancia que se te den y en las que sientas que la indecisión te puede atrapar, elijas según la primera opción que se te presente o te planteen. El objetivo: ganar agilidad en la toma de decisiones triviales.

Ya me cuentas.

 

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